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Diez momentos (más un extra) para recordar del Ironman de Lanzarote

“¿Con qué momento te quedas?”, “¿si tuvieras que elegir uno…?”, “volverías a hacerlo?”… Complicadas peguntas que me hacen los amigos cuando empieza el cuestionario sobre el gran día. Fueron muchas las situaciones que no olvidaré del pasado 20 de mayo y aunque es difícil explicar lo que se siente en esos momentos, algunos en concretos los recuerdo como si fuera ahora mismo. Así se puede resumir el Ironman de Lanzarote en 10 momentos:

1. Nos vamos a volar

Esa fue la sensación de los dos primeros días en la isla en la que estaba convencido de que no lograría completar la prueba. Vientos de hasta 80km/h, una salida en bici de 45 minutos en la que lo pasé realmente mal y muchas dudas convirtieron la llegada a Lanzarote en un momento complicado.

2. Entrenando la natación el día anterior

“Ha empezado el Ironman de Lanzarote y esto va en serio”. Ya con mi familia y amigos bajé a la playa a hacer el circuito, mi hermano me acompaña “porque tampoco es tan complicado nadar”. Aguanta 50 metros antes de casi tener que llamar al socorrista y ahí es cuando me pongo a nadar y disfrutar del mar, a pensar que ya he conseguido el objetivo de hacer un Ironman. La carrera había comenzado y el entreno duró más de lo pensado. Al salir surgieron dudas: “¿está bien medido el circuito?”.

3. Llegan refuerzos sorpresa

Tomar una cervecita tras entrenar en Puerto del Carmen rodeado de los tuyos es ‘gloria bendita’, que diría Raúl Gómez, pero que cuando estás terminando el brebaje recuperador tengas que pedir otra para brinda con un amigo que llega por sorpresa y al que no esperabas ni en el mejor de tus sueños es ‘top’.

4. Salida del Ironman de Lanzarote

Suena la música, estoy con Marco en la salida, hemos entrenado juntos y se palpa la tensión. Algunos cierran los ojos, otros nos golpeamos los muslos, otros se frotan los ojos mientras que otros parecen hablar en bajo. Se llaman nervios en todos los casos y la música épica y el speaker no ayudaban a tranquilizarse. El bocinazo lo cortó todo… a empezar.

5. Hablando conmigo mismo en la bici.

Conversaciones en la bici por Timanfaya, gritos al cielo con la playa de Famara como testigo, quejas por las últimas cuestas en carrera… Disfrutaba sobre la bici como un niño pequeño así que hablé, pegué cuatro o cinco gritos de relax, de fuera tensión, de afortunado, de contento, también lloré de alegría y grité. Grité porque no tenía a nadie a quien abrazar, grité porque estaba haciendo lo que llevaba ocho meses soñando. Estaba en Lanzarote.

6. Caída en bici

“Que no le pase nada a la bici, que esté todo bien y pueda seguir”. Fue lo primer que pensé cuando me fui al suelo y todavía me faltaban 90 kilómetros por delante. Cuando examiné la bici y estaba en orden ya vi mi cuerpo, el mono roto y solo pensé en que podía seguir… Duelen las herida pero más dolería no poder seguir. Quedaba mucho Ironman de Lanzarote y nadie dijo que fuera a ser fácil. Tocó seguir dando pedales mientras la bici respondía a la perfección y mi cuerpo iba notando el dolor, o mejor dicho las molestias, en busca de es maratón que daba miedo solo de pensarlo.

7. Ya tengo la pulsera amarilla

Comenzaba lo más duro de la maratón, los últimos 12 kilómetros pero antes… la pulserita. Tantas ganas de llevarla, tantas carreras Ironman viendo a los corredores con ellas, la roja, la azul y la amarilla, tantas quilates tenía para mi pese a ser del montón… Ahora era yo el que la llevaba, ahora era yo el que estaba a 12km de ser Ironman finisher y esos kilómetros durísimos fueron mucho más llevaderos.

8. ¡Qué medalla más fea!

Sensación agridulce a algo más de un kilómetro de meta cuando me cruce con un finisher y su medalla al cuello andando por el paseo. “¿Esa es la medalla? 226 kilómetros para esa medalla tan fea?”, pensé para mi y he de reconocer, me dio un poco de bajón. Una soberana estupidez porque dos semanas después ya creo que es la medalla más bonita que tengo.

9. La meta

¡¡Buahhhhhhhhhhhhhhh!! Sin palabras (puedes ver aquí el vídeo). La definición de felicidad fueron esos 150 metros. Cruzar la meta, llorar, reír, abrazar, besar, llorar, fotos, puño en alto, llorar, reír, bromear, mirar la medalla, suspirar, jadear, reír, llorar, más abrazos, saltar de alegría, agacharte del cansancio, llamada de teléfono, más abrazos…

10. ¿Y ahora qué?

Despertar al día siguiente, mirar de nuevo la medalla, el polo de finisher, recordarlo todo y cerciorarte de que lo has conseguido disfrutándolo tanto que tienes hasta ganas de repetir. ¿Cuándo? No lo sé pero volveré, a un Ironman y a Lanzarote.

10+1. Ellos, vosotros

El bonus track de esta lista aunque en realizad es la razón número uno de todo son ellos. Trigirl, papa, Gonza, Charly, Kitty, Iván, Tito y Claudia. Mi madre en la distancia. La familia y amigos, todos los seguidores que conocí en el camino y a muchos de ellos les puse cara en Lanzarote. Ha sido una historia brutal pero vosotros habéis conseguido hacerla inolvidable.

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