Crónica Triahtlon Vitoria-Gasteiz: Después de 6:25:06… ¡Soy finisher!
- Me ha quedado la crónica más larga que el propio triatlón así que para no aburrir haré una tricrónica: precarrera (aquí), carrera y post (aquí). La carrera fue así…
Primero salen las chicas pro, luego las chicas, a los 10 minutos chicos pro y después el resto del half… Luego ya los del Full. La natación no se me da mal la verdad, pero los golpes no me gustan nada así que me coloco casi al final. Entro al agua entre los 50 últimos, y como si fuera la playa. Si en lugar del neopreno llevara un fardapacket podría ser un guiri en Benidorm. Un piececito, otro, veo que no está muy fría, mojo las majos… (En estos dos segundos transcurridos no se ha enfriado), miro a los lados y a nadar… Cojo mucho tráfico pero es normal, salgo de los últimos.
Se ven bien todas las boyas, lo que me tranquiliza. Una a una, poco a poco. El agua está limpia, pero muy limpia, puede verse el reloj debajo del agua pero solo lo hago un par de veces para no agobiarme. Y a nadar, y a sortear gente y a nadar, y a evitar algún golpe que otro. Lo malo de salir de los últimos es que quieras que no, si la natación no se te da mal, sorteas a mucha gente.
Y me canso eh, que según lo cuento parece que nado como un delfín. Ni mucho menos. Hago mis clásicos 150 metros a espaldas ante la mirada extraña de otros nadadores. Me agobio a croll, me canso… pues a espalda que respiro mejor hasta que regule la respiración y tan pancho. Es un homenaje a mi primer tritahlon donde me hice los 750 metros a espalda.
Salgo del agua y miro el reloj, 38 minutos largos… VAMOS!! Subidón. He nadado bien y con tráfico, y los últimos 400 metros con bastante corriente lateral que te alejaba de la playa. Me salieron nadando 2.098 metros, casi 200 metros de premio pero al final es lo normal.. Salgo del agua y busco alguna cara conocida, no la veo… Estarán esperando al salir en bici.
Trato de hacer rápida la transición («trato» es la palabra). El neopreno debe estar a gusto en los pliegues de mis michelines porque no quiere salir. Las mangas cuestan, las piernas ya es una odisea, me siento en el suelo, tiro y no sale, sigo tirando… joooder, al final sale, lo meto en la bolsa y rápido a por la bici. Me pongo el casco, el sándwich al bolsillo del mono, un gel y otra barrita también. Vamos a pedalear…
Recorro los 150 metros hasta donde te puedes subir a la bici y sigo sin ver caras conocidas… Me extraña pero sé que estarán en algún sitio y con saber que están y se han metido el madrugón es suficiente energía. A dar pedales… Encajo una cala y al encajar la otra no entra. Recorro 200 metros con un solo pedal y me tengo que bajar de la bici. Haber roto un pedal sin casi salir de la transición sería de muy paquete. Eres malo en la bici pero no tanto Bollito….
Me bajo, miro la zapatilla y tiene más mierda que un estercolero. Como la T1 era sobre césped y había llovido… barro al canto! Busco un palito para vaciar los huecos de las calas y ahora sí, empieza la bici. Son casi las 9:30 y tengo hasta las 13:15 para hacer los 94 kilómetros. No las tengo todas conmigo… Sé montar en bici pero poco más, estoy en el siguiente paso a llevar ruedines, malo malo.
El día anterior hice el recorrido en coche y medio circuito era precioso y otro medio aburridillo, con llanos, falsos llanos y toboganes. Empiezo a rodar, me tomo el sándwich y algunos pistachos… Me falta la cerveza que ya llegará. Empiezan los toboganes, miro el pulsómetro, voy por encima de 30 km hora y eso para mi es brutal… Sigo así, miro el reloj, 36km/h, lo miro… 40kmh… ¡¡Estoy volando!! Solo hay un problema, y es que solo lo miro en las bajadas, en las subidas sufro como un perrete. Así no vuelo tanto…
Me pasan bicis, muchas bicis, algunas como motos, pero yo sigo a lo mio… cagándola vamos. Primer avituallamiento, hay que tirar los botes que tienes vacíos y coger llenos, tengo aún uno con sales, tiraré el de agua que apenas he bebido y me dan uno frío. Lo tiro y cuando aún está en el aire me doy cuenta de que he tirado el de los geles… «IDIOTA». Así de alto me lo digo. Cojo agua, sigo en la bici… sin geles.
El recorrido es muy bonito y, aunque lento, voy mejor de lo esperado… Disfruto del recorrido, voy acoplado bastantes ratos y parece que subo el ritmo. En la primera vuelta son 55 km y voy muy bien hasta el 35, y a partir de ahí es para arriba hasta el lago. Sufro, sufro mucho. He entrenado pero me falta músculo y lo paso mal cuando es hacia arriba. Y cuando es hacia abajo no lo paso mal pero tampoco voy rápido.
La subida hasta el lago, tan bonita en coche el día anterior, comienza a ofuscarme, y encima he perdido pistachos y pastillas de sales en un bache, todo al suelo. La rueda viva de milagro, menos mal que se quedó solo en tema de comida. Cada hora un gel, media después una barrita, y a los 15 minutos sales, y me estaba yendo bien hasta que acabaron la mitad en la carretera… que suerte.
También empecé a quemarme. De cabeza y de cuerpo… No me eché crema porque parecía que no iba a hacer mucho sol pero voy a acabar como un cangrejo. «No lo pienses Bollito, luego eso es moreno. Da pedales y calla». Llego al lago, me alegra estar ahí, recuerdo la natación que ha sido buena, pensamientos positivos, sigo dando pedales y veo a Eneko Llanos sentado en una silla de playa animando en una cuneta a todo el que pasa: «Vamos, vamos…». ¡Flipo! Un campeón de Europa de Ironman animando a un idiota como yo (y a su mujer que también competía y quedó tercera), pero sobre todo a mi… jejeje..
Pienso en lo que he sufrido para llegar hasta aquí, en los muchos madrugones, sacrificios, tonterías, compras inútiles en Decathlon y demás idioteces que nunca pensé que sería capaz de hacer. Llegar hasta ahí ha sido casi más importante que estar dando pedales en ese momento, pero hay que completarlo, así que seguimos.
Volvemos a enfilar los toboganes, las subidas, las bajadas, los avituallamientos. Ahora todo funciona bien, cansado y más lento pero bien. Nunca había hecho 94 kilómetros en bici así que ademas de mi primer medio Ironman también serán mis primeros casi 100 km en bici. Cuando faltan 15 no pasa el tiempo, ni los kilómetros, ni mi cabeza funciona. Me pongo encima del sillín porque tengo el culo…. (dejémoslo en bonito). Se ha pasado gran parte del recorrido soplando un aire que hacia muy difícil el objetivo pedalear.
Al ir a entrar en Vitoria ciudad, y a solo 5 km de empezar a correr, oigo un «VAMOS BOLLYYYYYYY». (coño, que alegría). En mi dorsal pone Soler, así que será un conocido… Y voz de chico, debe ser un amigo de mi hermano que ha venido a acompañar a Marco, un amigo que va a hacer el Ironman. En medio de la soledad se agradece, sonrío, vamos a por los 4 km, no es nada.
Los últimos metros de bici emocionan. Muchiiiiisima gente agolpada en los lados de la calle, animándote como si fueras alguien cuando no eres nadie. Solo un chico de Madrid intentando ser de hierro en Vitoria, que no es poco, pero nadie para ellos al fin y al cabo. Emociona, pero mucho, y dejas la bici a un voluntario en plan profesional… Hay 150 metros de carrera hasta que me ponga las zapatillas de correr así que me quito las de la bici y corro descalzo. Veo a mis ‘grupis’, me gritan, me animan, me sonríen, me duelen las piernas y me tiemplan los muslitos pero es inevitable sonreír… Se han hecho 350 kilómetros para animarme, para darme un grito, para empujarme cuando yo no pueda, para que me olvide por unos segundos de que estoy sufriendo como un perro. Esto es un deporte individual, pero si no lo haces no sabes la importancia de estos detalles que vienen de fuera.
Entro en la carpa, me calzo las zapatilllas, me pongo la gorra que hace sol (pero no la crema), las gafas y a correr. Salgo y de nuevo los mismos gritos… «Vamos Bolly», «Bollyyyyyyyyyyyyyyyyy» » Vamos campeón»… Joder, que subidón, casi me emociono cuando escribo esto. Y me pongo a correr, el primer kilómetro y medio es correr entre oleadas de gente que te gritan, te jalean, te apoyan… «Soler vamos…», «Aupa Soler… Aupa!!». «Aupa Vitoria», pensaba yo. Que grandes.
Ya solo me faltaban 21 kilómetros corriendo. Nada fuera de lo normal si no fuera por el tute que llevo encima y que con la emoción de la gente y los gritos he empezado a correr a 4:45… «Te estás equivocando Bollito, tu ritmo no es este». Bajo a 5:15 y me mantengo entre los 5:15-5:30- 5:40. Así sí, pero mejor en 5:30. Muchos corredores en el recorrido, pero me temo que la mayoría en su segunda vuelta. Yo en la primera pero prefiero disfrutar del ambientazo. No pienses en tu vuelta y corre como sabes.
Mucho avituallamiento en el circuito en el que no como pero sí bebo, y mojo la gorra en cada piscina con agua que ha habilitado la carrera. Bebo agua y cocacola, una vaso de ambas en cada puesto en los que ando para beber tranquilo. La primera vuelta voy bien, con mis grupis haciendo maravillas ( y carreritas) para poder animarme cuantas más veces posibles. Aciertan y se ponen en la zona más aburrida del circuito, por la universidad. El 12 de julio no estaba ni el alumno más zopenco de Vitoria así que ibas un tanto solitario… pero allí estaban ellos y su «vamos Bollito».
Surge un problemilla y es que llevo escocido los sobacos… y cada vez más. Empiezo a correr como una gallina con las alas extendidas. Mejor un pavo real que aquí no hay gallinas, esto se termina. Salgo de la Universidad y entro a la ciudad de nuevo donde la animación es brutal… vuelvo a ir más rápido. Completo la primera vuelta… Solo 10km, solo 10 y objetivo conseguido.
Comienzo a correr por las zonas animadas de la ciudad que ya no lo son tanto… la hora de comer es sagrada y con los pinchos que hay en Vitoria más. Se ve menos gente y menos corredor, el animo baja y cuesta más correr. En el 12-14 empiezo a ir cascado y lucho por mantener el ritmo a 6. Y lucho por no mearme.
Hay un autobús meadero en mitad del recorrido así que tocará paradita técnica. Pienso que estará vacío, pero aquello parece Pacha a las 5 de la mañana… qué escándalo. Meo y sigo corriendo, y bebiendo cocacola y agua e hidratándome. Hace calor… Mis grupis siguen en sus puntos pero al verme ya me dicen que se van a meta, que está hecho… Y es verdad, me quedan 6 km y esto lo termino aunque sea andando.
Y andando no, pero eternos si se hacen los últimos km. Seamos sinceros, solo quedábamos los malillos y nos animábamos entre nosotros. Cuando veíamos a uno parado le animábamos, cuando renqueaba, se tiraba de él, y cuando hacías amago de parar una voz desconocida te gritaba. «No me jodas que no queda nada eh… aquí terminamos todos con dos cojones». Como para no correr…
Cuando me quedan dos kilómetros habló con otro corredor descalificado desde la bici. Había pinchado dos veces y a la segunda le había dejado una cámara otro corredor para cambiar la rueda. Descalificado por un juez por «ayuda externa». Son las normas pero… pero. Decidió que descalificado seguiría y ahí estaba en sus dos últimos kilómetros. Eso es el tritatlón, pura superación. Es echarle dos huevos aunque lo más fácil sea parar.
Entro en la ciudad… Me animan. «Aupa Soler, vamos Soler, aupa..». Claro que sí, aupa. Aplaudo con las pocas fuerzas que me quedan a los que me animan, aplauso que es genérico a toda la ciudad de Vitoria, a los voluntarios, a la organización, a los acompañantes de los 2.400 corredores. Un aplauso emocionado para todos ellos.
Y me quedan 500 metros. Ya todo es fiesta, es alegría. Estoy terminando, voy a terminar. Voy a ser un ‘medio hombre de hierro’, que leches, un hombre de hierro, con mi barriguita sí, pero de hierro. Giro la farola que parecía que nunca iba a llegar y enfilo la alfombra azul… Sonrío, disfruto, veo a los míos, soy muy feliz de que estén ahí. Me gritan, me animan, me felicitan… Aún no he cruzado el arco.
Cierro los puños, los elevo al aire, lo celebro. Cruzo la línea de meta que marca 6:39 (pero realmente he hecho 6:25). Estoy muy cansado, pero aún más feliz. Medio Ironman conseguido. Tengo mi medalla.
Mañana, el postcarrera y los planes de futuro… ¿Ahora qué?